Coco Chanel, una vida de imagen y semejanzas

No parecerse a nadie, sorprender, asombrar por una elegancia cuya discreción y efectos desafían el análisis, eso es lo que debe lograr una mujer deseosa de conservar su misterio y de tener poesía. (Coco Chanel)


Gabrielle Bonheur Chanel, la petite Coco, nació el 20 de agosto de 1883 en la pequeña localidad de Saumur, en Auvernia, en el seno de una familia muy humilde. Su padre, Albert Chanel, se dedicaba a la venta ambulante, y la madre Jeanne Devolle, atendía el hogar. Segunda hija del matrimonio, la infancia de Coco se complica con la muerte de su madre en 1895 y el posterior abandono de su padre que trae como consecuencia un hecho que Chanel trató de olvidar y reinventar: la estancia, primero, en un orfanato en Aubazine y, después, en un internado religioso en Moulins, hasta los 20 años.
Chanel tuvo a lo largo de su vida tres biógrafos, si es que pueden llamarse así, ya que, más que ser entrevistada y contar sus vivencias para una futura publicación, lo que se encargaba era de dictar aquello que quería que se supiera de ella, que por supuesto distaba mucho de ser real. Pero Chanel quiso controlar su imagen, algo muy moderno visto desde nuestra perspectiva actual. Una verdadera operación de marketing que eliminaba aquellos episodios incómodos que no encajaban bien con ese halo de glamour y distinción que tanto se esforzó por conseguir. En cualquier caso, nos ha quedado el libro de Paul Morand titulado L´allure de Chanel, y de Louise de Vilmorin, gran diva del París de la época y amiga de Chanel, Memorias de Coco, ya que Michel Déon no llegó a publicar su trabajo. Estas obras, si bien nos ofrecen una visión totalmente fantaseada de de su vida, interesan porque muestran cómo Chanel quería que los demás la vieran, la imagen pública que le interesaba trasladar.
Sea como fuere, el caso es que las carencias emocionales y económicas de su infancia marcaron de manera definitiva su personalidad. Mujer ambiciosa, toda su vida estuvo marcada por el deseo de independencia económica con respecto a los hombres de los que, paradójicamente, se sirvió para lograr muchas de sus metas, tanto profesionales como de ascensión social. La obsesión por el dinero tiene sentido para ella en tanto en cuanto representa un medio de liberación, una voluntad de independencia frente al hombre. La mujer objeto que acaba manipulando al hombre que la pretendía manipular a ella. Para lograr estos objetivos Chanel contaba con dos importantes armas: la astucia y la seducción.
Las andanzas profesionales de Coco comienzan cuando en 1903, las monjas del internando le consiguieron un puesto de trabajo en una mercería de Moulins, pero esto no colmaba ni de lejos las expectativas de Chanel. En 1906 viajó a Vichy, lugar de relax de mucho ricos de la época, donde trabajó en uno de los balnearios lo que tampoco le proporcionaba gran cantidad de dinero y es en este momento cuando decide valerse de los hombres para poder acceder al ascenso social que tanto ansiaba. De hecho, gracias a Arthur Capel, su gran amor, Chanel consigue abrir su primera tienda de sombreros en 1910 en el número 21 de la rue Cambón de París. El despegue había comenzado. En 1913 abre su primera boutique en Deauville, donde incorpora su ropa deportiva. En 1915 abre su primera casa de costura en Biarritz, lugar de veraneo de la clase más adinerada y en 1918 inaugura su mítica casa de costura en París, en el 31 de la rue Cambon. Y, ya en 1921, se produciría el lanzamiento de su famoso perfume Nº 5, un emblema de la casa Chanel.
Entre las principales aportaciones de Chanel al mundo de la moda está la contribución a la liberación del cuerpo de la mujer, eliminando el corsé, como ya habían empezado a hacer otros grandes modistos de la época como Madame Vionnet o Paul Poiret. Trató también de proporcionar comodidad a la rígida indumentaria femenina mediante la utilización de tejidos como el punto, con los que anteriormente solo se fabricaban prendas de interior, para realizar cómodos suéteres. En 1920, presentó una de las prendas que, a quien escribe, más le gusta: el pantalón de pata ancha, inspirado en los pantalones de los marineros, y al que Coco bautizó con el nombre de pantalón de yate. Hacia 1924 presenta lo que le dará la gloria mundial hasta nuestros días: el traje sastre inspirado en los trajes masculinos. En 1926 presenta otro de sus grandes hits, el little black dress o vestidito negro. Tras el parón que supuso la Segunda Guerra Mundial, Chanel vuelve al oficio en los años 50 y con una gran apuesta, la chaqueta de inspiración masculina. Son chaquetas de corte recto, sin cuello y sin entretela, ribeteadas con un sencillo galón y realizadas en tejido de tweed, tejido que Chanel descubrió en su juventud en sucesivos viajes a Escocia con el duque de Westminster. Es en esta segunda etapa cuando lanza dos de sus grandes éxitos: el zapato beige de puntera negra y el bolso acolchado de cadena.

Chanel con look marinero, suéter a rayas y pantalón ancho, 1928 

La infancia de Coco marcó su vida pero también marcó sus creaciones. Chanel soñaba una moda libre, de sencillos cortes, jamás utilizó el corte al bies, por ejemplo, y todo en ella tendía a la sencillez. Eliminaba todo aquello cuya única función era ornamental, la simplicidad sería para siempre su sello de identidad. Esta simplicidad así como la preferencia por una paleta de tonos naturales o la combinación del blanco y el negro están directamente relacionados con el ambiente casi ascético que vivió en la abadía románica de Aubazine y que ella deja traslucir en sus creaciones. Pero Chanel se hizo permeable a otras influencias, como el amor por el arte oriental que le supo inculcar el señor Capel, o su interés por el arte bizantino, por la cultura rusa, etc.

Romy Schneider con Coco Chanel, 1960

Chaqueta en tweed, Colección Primavera-Verano 2014

Chanel también realizó trabajos de vestuario para ballets como Le Trein Bleu, de 1924 y para cine. En los años 30 es llamada por Hollywood, en concreto por la United Artists, destacando en títulos como Tonight or nerver, con Gloria Swanson en el papel protagonista.
En definitiva, la vida de Chanel es una vida llena de vigorosa actividad profesional, personal y artística. En el París de los años que van de 1920 a 1940, entra en contacto con lo más granado de la élite social, en general y del gremio de la cultura, en particular. De la mano de su gran amiga Misia Godebska, casada en terceras nupcias con José María Sert, conoce a los grandes artistas del momento, como Picasso, Renoir, Toulouse-Lautrec, Stravinsky, etc. La niña pobre de la región de Auvernia había llegado a la cumbre. Un éxito que se vio interrumpido por la Segunda Guerra Mundial, y que Chanel retomaría en los años 50 hasta que el domingo, 10 de Enero de 1971 murió en París en absoluta soledad.
Chanel se fue, pero su legado continúa de la mano de Karl Lagerfeld que, en 1983, cogió el testigo poniéndose al frente del departamento artístico controlando las colecciones de alta costura, Prêt-à-porter y accesorios, manteniendo viva la esencia de la casa francesa hasta el presente.
En abril de 2012, en un viaje a París, pude disfrutar de una de las últimas grandes exposiciones que se han hecho de José María Sert en el Petit Palais y en donde se incluía una pieza que perteneció a Chanel, un biombo de inspiración china en laca coromandel, uno de los muchos biombos que decoraron tanto su apartamento en el Ritz, como su piso en la rue Cambon, y con cuya mención quiero acabar este artículo. Una pieza que resume la esencia de Chanel: elegancia, sofisticación, distinción y misterio.

Biombo en laca coromandel


Bibliografía:
CHARLES-ROUX, E. El Siglo de Chanel. Hercé Ediciones. 2007.
MORAN, P. L`allure de Chanel. Folio. París. 2009.
O’HARA CALLAN, G. Diccionario de la Moda y de los Diseñadores. Ediciones Destino. Barcelona. 1999.
VILMORIN, L. Memorias de Coco. Nortesur. Barcelona. 2009.
Recomiendo visitar dentro de esta página el apartado de Inside Chanel.

Share:

0 comentarios