Paul Poiret y el sueño de la moda

Poiret llegó al mundo en 1879, en pleno corazón de un París embellecido gracias a las intervenciones urbanísticas de Haussman y en el seno de una familia medianamente acomodada. El padre regentaba un negocio de paños y la madre se ocupaba del hogar que contaba con otras tres hijas, además de Paul. Quizá ese ambiente mayoritariamente femenino hizo que, desde muy temprana edad, Poiret manifestara un gusto notable por las telas y los folletines de moda de los periódicos de la época. Él mismo cuenta cómo disfrutaba cuando salía con su madre y visitaba las tiendas de ropa y cosméticos.
Del mismo modo, desde muy joven, se interesó por la cultura en sus diferentes expresiones: gran aficionado al ballet, al teatro, la pintura y la decoración, en definitiva, una tendencia al artista completo. En una época propicia para ello, en la que el arte fluía en París de una manera casi natural, las Exposiciones Universales de 1889 y 1900 habían servido para poner en contacto propuestas y sensibilidades de muy diferentes ámbitos. También los Salones de Pintura de la época (sobre todo los no oficiales) tuvieron una gran influencia en Poiret, que los visitaba de un modo asiduo y en donde conoció la pintura impresionista y entró en contacto con artistas como Derain o Vlaminck o ilustradores como Paul Iribe.


Retrato de Paul Poiret por Derain, 1914


Ilustración de la túnica Josephine dentro del conjunto  Los Vestidos de Poiret, por Iribe, 1908

Cuando acabó sus estudios de bachiller entró como aprendiz en una casa de fabricación de paraguas, cosa que no estimulaba nada a nuestro artista pero a lo que supo sacarle cierto partido: Con los retales que le sobraban de los paraguas realizaba en su casa toda clase de prendas que luego probaba sobre un pequeño maniquí. Por esta época empieza también a dibujar diseños de moda que un día, animado por un amigo, decide enseñar a la señora Chéruit, una de las encargadas de Raudnitz-Soeurs. Le compró doce modelos y le pagó veinte francos por cada uno. Su carrera en la moda había empezado. Y el momento no podía ser más propicio: Arrancaba la Belle Époque, que abarcó desde 1895 hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.
A partir de este momento, entró en contacto con otras casas de moda hasta que en 1896 el Sr. Doucet le propuso trabajar en exclusiva para él. El primer modelo creado por Poiret para Doucet fue una esclavina de paño rojo, con tiras de paño recortado alrededor del cuello. Se vendió cuatrocientas veces. También realizó gran número de trajes de chaqueta y falda ceñida a la cintura, que se llevaban sobre corsés. Su salario llegó a ser de quinientos francos, suma muy elevada para un joven diseñador. Fue una época de mucho aprendizaje y de contactos. Por la casa Doucet pasaban vedettes, actrices, cantantes de ópera, etc. Todo iba bien pero acabó siendo despedido de Doucet por cierta opinión negativa vertida sobre una revista protagonizada por Sarah Bernhardt, quien se quejó a Doucet.
Por esta misma época tuvo que acometer el servicio militar, donde no encajó demasiado bien la estricta disciplina. En 1901, cuando se licenció, volvió a entrar en contacto con la alta costura, en concreto con Gaston Worth, hijo del mítico Charles Frederick Worth, y contable de la firma en este momento, mientras que su hermano, Jean Worth, se ocupaba de la parte creativa, aunque casi en exclusiva dedicado a crear indumentaria de gala. Gaston veía como, cada vez con mayor frecuencia, sus clientas, a pesar de su alcurnia, le solicitaban “ropa de calle” más cómoda para los distintos ocios que iban surgiendo y para los que la ropa tan engalanada no era nada práctica. Sin embargo su hermano, Jean, no estaba dispuesto a “degradar” su arte creando tales prendas. Por esta razón Gastón le ofrece a Poiret encargarse de esta sección más mundana de la casa Worth. Poiret aceptó y realizó numerosos trajes sastre que se vendieron muy bien. A pesar de la buena aceptación de las prendas, el trabajo de Poiret no era valorado por Jean, ni por las empleadas de la casa, llegando incluso a sufrir algún que otro desprecio. Un día llegó a la tienda la Princesa Bariatinsky, lo que produjo gran revuelo, y Poiret, aprovechando la ocasión, mientras las modelos se preparaban para pasarle los diferentes diseños, le enseñó un abrigo de influencia oriental. La reacción fue de rechazo total. Ese día Poiret se guardó su orgullo. Poco después, en 1903, se le presentó la ocasión de abrir su propio negocio. La tienda se situó en el número 5 de la rue Auber. En cuanto abrió sus puertas toda la sociedad parisina desfiló por allí y una de sus prendas estrella fue el abrigo “Confucius”, que tanto había horrorizado a la citada princesa.

En 1906 Poiret se traslada al número 37 de la rue Pasquier, una calle más amplia y, por tanto, más apropiada para acoger la afluencia de público. El local, un antiguo hotel, no contaba ni con escaparates ni rótulo. A pesar de todo, todas las grandes damas de París acudieron a su tienda, entre ellas Mrs. Asquith, a la que conoce en París y la que le introduce posteriormente en Londres.
Hacia 1909, vuelve a cambiarse de local, esta vez a la Avenida d´Antin, una casa con unos amplios jardines que fueron testigo de numerosas fiestas, entre las más célebres la de las mil y dos noches, todo un despliegue de creatividad en el que Poiret disfrutaba con sus amigos y que pone de manifiesto uno de los rasgos que han definido la personalidad de este artista: la excentricidad.
Es en esta época cuando Poiret introduce sus grandes innovaciones en lo que a la moda se refiere. Elimina el uso del corsé en favor del sostén, liberando el cuerpo de la mujer y dándole mayor libertad y terminando de este modo con la silueta en “S”.
También en estos momentos se produce una ola de orientalismo y un estallido del color, acabando con la paleta de tonos empolvados. El punto de partida de esta tendencia no sabemos si arranca con Poiret o con el Ballet Ruso. En cualquier caso, ambos jugaron un papel decisivo. Es la época en la que Leon Bakst diseña el vestuario para Schéhérazade. Poiret lo plasma en la ropa de calle, y surgen sus grandes creaciones de aire oriental.

Hacia  1911 Poiret se traslada a la rue Faubourgh Saint-Honoré, en el número 107. Por esta casa desfilaron durante más de quince años toda la vida parisina, la exótica y la más refinada. La primera planta estaba dedicada a salón de pruebas y allí tenían lugar los pases de modelos tal y como hoy los conocemos, aunque el primero en utilizar maniquís humanos fue Charles Frederick Worth. Este local también fue la sede de las dos empresas que Poiret creó para sus dos hijas, para Martine, la hija menor creó Les Ateliers de Martine, y para Rosine, la mayor, un negocio de perfumes: Parfums de Rosine. Las dos tuvieron una gran aceptación, aunque acabaron cayendo en desgracia y fueron afectadas con el crack de 1929.
En estos años Poiret inicia una serie de viajes por toda Europa con sus modelos, aunque el resultado de estas aventuras no fuera satisfactorio del todo, porque le sometían a innumerables registros en las aduanas y no entendían el propósito de esas visitas. Probablemente era algo demasiado moderno para la época. Los viajes de Poiret no se limitaron a Europa. Visitó Marruecos, con el que estaba fascinado, y también realizó viajes a América, aunque él mismo confiesa en sus memorias que no terminaba de conectar con el gusto americano.


Vestido de Noche, 1910


La sultana, Leon Bakst, Scheherazade, 1910


Conjunto oriental, creado para la fiesta de Las Mil y dos noches, 1911


Abrigo Escudo, 1911


Oscar de la Renta, abrigo influencia oriental a lo Poiret, 2007



Abrigo Ópera, 1912


Traje noche, dos piezas, 1922


Poiret con sus modelos en la Victoria Railway Station de Londres, 1924


Peggy Guggenheim de Poiret, retratada por Man Ray, 1924

Después de la Primera Guerra Mundial, cierra su casa de modas, que abre de nuevo en 1925, para participar en la Exposición de Artes Decorativas de París. Sin embargo, poco después cerraría definitivamente presionado por el cambio en el mundo de la moda y por la subida al trono de una de las grandes reinas: Coco Chanel.
Poiret se retiró a la zona de la Provenza donde escribió unas memorias que vieron la luz en el año 30 con el nombre de Vistiendo la época.
Modisto, decorador, pintor, escritor, conferenciante, fue un artista total, un amante del color y de la vida. Su influencia en la moda ha sido incuestionable y, todavía hoy en día, resulta imprescindible acercarse a sus creaciones para tener una visión completa de la misma. En 2007 el Metropolitan de Nueva York le dedicó una gran exposición: Paul Poiret. El Rey de la Moda, donde se podían ver algunas de las grandes piezas de indumentaria creadas por este genio.

Imagen de la Exposición del Metropolitan, 2007

Bibliografía:
CERRILLO RUBIO, L. Paul Poiret y el Art Decó en Anales de Historia del Arte. Volumen Extraordinario. Pp.513-525. Universidad de Valladolid. 2008.
KODA, H. y BOLTON, E. Poiret. Catálogo de la Exposición. Metropolitan Museum of Art. New York. 2007.
LAVER, J. Breve historia del traje y la moda. Ensayos Arte Cátedra. Madrid. 2006. (1ª Edición 1988).
POIRET, P. Vistiendo la época. Parsifal Ediciones. Barcelona. 1989.

Share:

1 comentarios

  1. Me encanta el blog, sobre todo las biografías de los grandes diseñadores (esperando con ansia el siguiente post). Artículos muy interesantes y fotos preciosas.
    Enhorabuena!

    ResponderEliminar