El
color está muy presente en nuestras vidas e íntimamente relacionado con nuestras
emociones y es por esta razón, además de la estética, por lo que tiene tanta
importancia en campos como el de la indumentaria, la publicidad, el diseño
gráfico, la televisión, etc.
Desde
la antigüedad ha existido curiosidad por analizar y tratar de explicar el
fenómeno de la luz y del color. Ya Plinio dedicó un capítulo en su Historia Natural a hablar de ello.
Posteriormente, en la Edad Media, Sir Roger Bacon, apoyándose en un modo de trabajo
empírico, abordó en el capítulo V de su Opus
Maius, el tema de la óptica, el cual incluía un acercamiento al asunto de
la fisiología de la visión, la relación ojo-cerebro, pero también trataba de
desmenuzar el proceso físico de la luz, de su refracción, etc. Durante el
Renacimiento grandes artistas y tratadistas como Leonardo da Vinci tuvieron su coqueteo
con el tema. Pero no será hasta principios del Siglo XVIII con Newton cuando se
empiece a trabajar en una verdadera teoría lumínica, aunque desde una vertiente
estrictamente física. Goethe sumará la componente perceptiva a la teoría del
color y ésta será la base para todo el desarrollo, hasta el más actual, de la
psicología del color.
El
color en la moda es un ingrediente de base desde el primer estadio de la
creación hasta el último eslabón de la cadena que vendría a representarse por
la adquisición de una prenda por parte del consumidor. Elegir un color u otro
no es meramente una cuestión subjetiva, de gusto personal, sino algo más
complejo. Los colores se vinculan a sentimientos o estados de ánimo, pero no de
una forma accidental. Tal y como muestra Eva Heller en su Psicología del Color, las asociaciones entre colores y sentimientos
son fruto de una experiencia universal adquirida y aprehendida desde nuestra
infancia. En esta obra se analizan trece colores, y los sentimientos y
emociones que estos nos evocan. Los sentimientos, como es obvio, son mucho más
numerosos que los colores, por ello, un mismo color puede generar sentimientos
variados e incluso contradictorios dependiendo de nuestro estado anímico. Así,
el rojo es el color de las pasiones, de la sangre, de la vida, pero también es
el color que representa el peligro; el amarillo, según Heller el color más
contradictorio, que amalgama sentimientos que van desde el optimismo a los
celos; el negro, el color del poder y también de la muerte, es el color
favorito de los diseñadores de moda y de la juventud, al tiempo que evoca
negación y es el color paradigma de la elegancia.
En
resumen, podemos afirmar que los colores son parte de la estética y que a la
vez desatan toda una serie de emociones y sentimientos que, en lo que a la moda
se refiere, nos hacen decantarnos por una prenda en lugar de por otra. Sería
una elección en la que cerebro y corazón tendrían un papel fundamental.
Elegimos una prenda de color “x” no solo porque nos gusta ese color, sino por
todo aquello que dicho color es capaz de generar en nuestro interior. Esto
podría explicar porqué las colecciones de primavera-verano suelen estar
repletas de colores que nos trasladan de alguna manera la imagen de esa savia
nueva a través del verde, rojo o el blanco y en cambio las colecciones
invernales suelen planear en torno a una gama de colores tales como grises,
ocres, marrones o negro que nos conducen a la estación de las sombras, de los
días con las horas de luz más reducida, del letargo vegetal y animal, etc.
Aunque
siempre cabe la posibilidad de que el optimismo se apodere de nosotros y que al despertarnos una fría mañana de diciembre
decidamos salir a la calle envueltos en el abrigo negro pero con la bufanda y el gorro tejidos con los hilos de lana más carmesí que
nunca se hayan visto por la abuela más maravillosa del mundo.
Bibliografía:
AA.VV.
Catálogo Modachrome. El color en la
Historia de la Moda. Ministerio de Cultura. Madrid. 2007.
HELLER,
Eva. Psicología del Color. Gustavo Gili.
Barcelona. 2008.
VON
GOETHE, J.W. Goethe. Teoría de los Colores.
Ed. Colegio de los Aparejadores de Murcia. 2008.